Patricia Álvarez Prieto fue una de las personas que el pasado año recibieron uno de los 41 trasplantes de pulmón llevado a cabo en el hospital Reina Sofía, injertos de los que se beneficiaron pacientes de toda Andalucía, ya que el hospital cordobés es el que realiza estos injertos para toda la comunidad autónoma.

Patricia, que nació en San Fernando (Cádiz) hace 38 años, pero que en la actualidad reside en Alcalá del Río (Sevilla), padecía fibrosis quística. Esta enfermedad le ocasionaba de forma demasiado frecuente en los últimos tiempos unos episodios graves, hemoptisis (expectoraciones de sangre proveniente de los pulmones o los bronquios). Tras la última embolización a la que se tuvo que someter, esta joven, psicológa de profesión, se encontraba ya de baja laboral y pasó a lista de espera de trasplantes. El injerto llegó después de un año y cuatro meses de espera. Tener el grupo sanguíneo cero negativo y su complexión delgada eran también requisitos a tener en cuenta a la hora de que apareciera un donante compatible.

Pero ese donante apareció y entre el 25 y 26 de septiembre Patricia recibió el doble injerto pulmonar que necesitaba y comenzó una dura rehabilitación. Aunque su constancia y la buena evolución que tuvo su intervención le permitió recibir del hospital el alta a los 28 días. Como ella afirma, “tras el trasplante tienes dolores por estar tanto tiempo tumbada, pero los sobrellevas porque te ayuda a recuperar tu vida. Cuando ingresaba debido a la fibrosis quística sabía que la infección no se iba a parar, pero ahora esta hospitalización tenía otro final muy positivo para mí, porque tengo una nueva vida por delante”.

“Es muy importante comenzar la rehabilitación desde que te despiertas en la UCI después del trasplante. Esto te ayuda a expulsar y eliminar el moco que pueda aún quedar. También los trasplantados debemos mover cuanto antes las piernas y ejercitar los músculos, y pasar de la cama al sillón, permitiendo que nuestros pulmones adquieran poco a poco mayor capacidad y evitando perder masa muscular debido a la medicación”, relata.

“En el momento que empecé a bajar al gimnasio del Reina Sofía donde recibimos rehabilitación respiratoria comencé a notar un cambio. Ya no sangraba por la boca como antes al realizar cualquier mínimo esfuerzo. Iba dando pequeños pasos, que luego fueron siendo enormes. Al principio te duele toser, mover las piernas, pero al final lo agradeces”, destaca.

“Aunque es inevitable pensar que tienes algo extraño en tu cuerpo, que no sabes cómo va a evolucionar, es fundamental confiar en el personal sanitario porque si ellos te dicen que todo va bien es que es así”, añade.

Cuando Patricia atiende a este diario acaba de andar once kilómetros. Todos los días hace ejercicio. Le gustaba mucho el deporte antes de recibir el trasplante y ahora ha podido recuperar esta afición, gracias a un donante al que le da un millón de gracias. “Mi donante estará orgulloso de mí. Voy a cuidar de este trasplante y le voy a dar mucha vida a esta vida que me ha regalado”, asegura. A esta joven le gustaría seguir bien para volver a trabajar y a hacer teatro. No se cierra puertas. Sólo quiere abrirlas.

 

Fuente: diariocordoba.com