En 2018, se realizaron un total de 592 trasplantes utilizando órganos de donantes que habían muerto y donantes vivos. Esa cifra representa un aumento del 13% respecto a 2017.

De los 592 órganos que fueron transplantados, 334 provenían de donantes fallecidos. De esos casos, 100 involucraron trasplantes de hígado y 25 fueron trasplantes de corazón (un aumento del 44% sobre los trasplantes de corazón de donantes fallecidos en 2017).

Aproximadamente la mitad de los receptores de órganos de donantes fallecidos recibieron prioridad en espera de un órgano donado porque habían firmado un formulario de consentimiento de donación, conocido como tarjeta Adi, emitido por el Centro Nacional de Trasplantes.

El año pasado también se registró una cifra sin precedentes en el número de familias que aceptaron la donación de órganos de sus seres queridos. De las 173 instancias del año pasado en las que se abordaron familias de pacientes con muerte cerebral, 111 aceptaron que se donaran los órganos de los pacientes. En los cuatro casos en que el corazón de los pacientes había dejado de latir, todas las familias consintieron.

Entre los trasplantes de órganos de donantes vivos el año pasado, 231 eran de riñón. Los riñones de 125 pacientes fueron donados por familiares, mientras que los otros 106 fueron donados por no familiares por razones puramente altruistas.

El presidente del Centro Nacional de Trasplantes, el profesor Rafi Beyar, dijo que este año se planea la cooperación con otros países para desarrollar aún más el campo de los trasplantes de órganos de donantes vivos mediante la referencia cruzada de bases de datos para encontrar coincidencias adecuadas entre los donantes y receptores en varios países. El centro también planea aumentar su cooperación con la organización médica de emergencia Magen David Adom para promover la opción de donación de órganos de pacientes cuyos corazones se han detenido.

 

Fuente: israelnoticias.com