Clàudia Ribas Garriga

 

Recibo la propuesta de colaborar en el boletín y pienso: ¡claro que sí! ¿Y cómo lo vas a hacer para que sea bonito, distraído y amigable? ¿Lo conseguirás?  Bueno, me pues me pondré en marcha ahora mismo y espero que este primer escrito ayude a todos los que lo lean. ¡Vamos a ello!

 

A veces recibimos noticias inesperadas que nos pueden hundir, como que tenemos una enfermedad que muy posiblemente llevará a un trasplante, pero lo cierto es que tenemos la opción de cambiar este duro golpe por uno menor doloroso o incluso para conseguir una buena experiencia y un gran aprendizaje. A esto le llamamos tener resiliencia. 

Muchas veces hablamos de empatía, de la cualidad de saber entender las emociones de la persona que tenemos delante y saber ponernos en su lugar; una cualidad muy importante, también, tanto para estos días de Covid-19 como para este día que nos dan este tipo de noticias. Sin embargo, la resiliencia es diferente a la empatía y puede ayudarnos en todas estas situaciones.

 

La resiliencia es una cualidad con la que, por desgracia, no todo el mundo nace, pero afortunadamente se puede desarrollar. Hay quienes pueden hacerlo solos, por su cuenta, y hay quienes necesitan ayuda externa, un psicólogo, por ejemplo. No debemos tener miedo a estos profesionales. Los psicólogos si tienden a tener una mala reputación (son para los locos, se dice), es debido a una información absolutamente sesgada. Es cierto que ayudan a personas que tienen problemas mentales, pero también es cierto que nos ayudan o nos pueden ayudar a todos en muchos otros aspectos de la vida, como a tener más resiliencia.

 

La resiliencia es esa cualidad, innata o no, que nos ayuda a la hora de afrontar un problema y que nos ayuda sobre todo a salir de él tan bien como antes del problema. En casos como el que nos ocupa aquí y ahora, espera de un nuevo órgano, hospitalizaciones por diferentes motivos, sería bueno intentar desarrollar esta cualidad para que salgamos de la experiencia fortalecidos o por lo menos no peor de lo que estábamos.

 

Hay diferentes maneras de desarrollar o aumentar esta resiliencia. Seguramente un experto en el tema te dará más y mejores claves que las que pueda escribir, así que mi consejo es que te dirijas a un experto y le preguntes cómo puede ayudarte o donde puedes encontrar literatura sobre el tema.

 

Solo citaré cuatro claves básicas que pueden ser un comienzo para motivarnos:

 

* Tener autoestima, amarnos a nosotros mismos es importante.

* Ser empáticos.

* Aprender a disfrutar del momento presente.

* Desarrollar habilidades prácticas

 

Hay otros que, si profundizas en el tema, irás aprendiendo.

 

Quería titular este escrito sobre la resiliencia “¡Disfrutemos de la vida!” porqué es, según mi experiencia propia, enferma desde una edad temprana y trasplantada dos veces de hígado durante 25 años, vale la pena siempre intentar positivizar las cosas, ver su lado más dulce, aprovechar cada segundo y disfrutarlo con ilusión y cuando digo esto no necesito hablar de hacer grandes viajes, o grandes gastos, ni de vivir una vida “loca”. No. Simplemente significa lo que acabo de exponer: saber cómo disfrutar de cada pequeño momento, de una conversación, de una mirada, una caricia, un amanecer o un nuevo día … hay tanto y tan hermoso en todas partes para ayudarnos a tener resiliencia…

 

¡Disfrutemos de la vida!