Alcohol y daño hepático

El excesivo consumo de alcohol es uno de los problemas de nuestros días y de nuestro hígado, siendo responsable de muchas enfermedades de este órgano, como por ejemplo la hepatitis alcohólica y la cirrosis hepática. La gravedad y alta mortalidad de las enfermedades hepáticas refleja la necesidad de un diagnóstico precoz y de iniciar de forma temprana el abordaje terapéutico para conseguir la abstinencia de alcohol como objetivo principal. En caso de persistencia del consumo puede llegar a impedir el trasplante hepático, si llega el momento de ser necesario.
La dependencia al alcohol es la adicción más extensamente difundida en las sociedades actuales además del tabaquismo, ya sea por la alta accesibilidad, el bajo costo o las pocas prohibiciones sobre la venta de bebidas alcohólicas. El creciente consumo de alcohol representa un verdadero problema de salud pública, con grandes repercusiones económicas y sociales. A nivel individual, además de la enfermedad hepática, aumenta el riesgo de padecer cáncer y enfermedades cardíacas y provoca problemas familiares, laborales y sociales. Muchos son los estudios que indican la clara relación existente entre el consumo de alcohol y enfermedad hepática.
Asimismo, se ha demostrado una correlación muy estrecha entre consumo y mortalidad por cirrosis alcohólica.
La susceptibilidad individual al alcohol no se conoce con exactitud, pero hay varios factores que influyen en aumentar el riesgo de desarrollar hepatopatía alcohólica: la edad (es más frecuente entre los 40 y 50 años), el sexo (las mujeres son más susceptibles), la procedencia (es más común en personas americanas, africanas e hispanas), el consumo de tabaco, la obesidad, el tipo de bebida y la forma de consumirla, factores genéticos, o el consumo de alcohol y la toma de medicamentos que puedan potenciar su efecto dañino y que son utilizados ampliamente, como el paracetamol.