La hepatitis C es una enfermedad infecciosa que afecta exclusivamente al hígado y que está producida por el virus de la hepatitis C, o VHC. Antes de identificarse este virus, en 1988, esta enfermedad recibía el nombre de hepatitis no A no B.

El virus de la hepatitis C se transmite a través de la sangre, principalmente por el uso de material contaminado, siendo hasta 10 veces más contagioso que el VIH/Sida. Las personas usuarias de drogas por vía parenteral son las que tienen mayor riesgo de infección. A diferencia de la hepatitis A y B, no existe vacuna para prevenir la hepatitis C, pero sí que hay tratamiento.

Entre un 50 y un 70% de las personas infectadas evolucionan hacia una hepatitis crónica. La hepatitis C crónica puede cursar de forma totalmente asintomática o acompañarse de síntomas inespecíficos y, aunque puede avanzar de forma muy lenta, el virus puede afectar progresivamente al hígado.

Algunos casos que progresan hacia la cronicidad pueden desarrollar una cirrosis y, más raramente, un cáncer de hígado. Estos riesgos aumentan en función de diversos factores como el consumo de alcohol, la edad de la persona enferma o el hecho de que esté coinfectada por otros virus, disminuyendo entre las mujeres y si la infección ha tenido lugar durante la juventud.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente existen entre 130 y 150 millones de personas infectadas con el virus de la hepatitis C en todo el mundo. Esta enfermedad es la infección hepática más común en Europa y una de las principales causas de trasplante de hígado en Cataluña.

Fuente Canal Salut